"Los otomíes, pueblo milenario, al despertar vueltos hacia el oriente saludan el nuevo día. A las 12 besan el suelo: es el momento fecundante del padre sol y la madre tierra.
Al atardecer, se despiden viendo hacia el poniente del santo día y se despiden "tari hiatzi" Hasta la luz, hasta mañana.
Y rezan así me lo enseño mi madre, que se fue a descansar a los casi 103 años a quien su mama también se lo dijo: "acostarme vengo mi Jesús amoroso, abre tu costado para mi reposo. Si me enfermo me despertaras, si me muero me perdonaras. La cama en la que me acuesto, mi sepultura será; las cobijas con que me tapo, la tierra que me han de echar. Todos se han de ir y me han de dejar. Sólo Tu, mi buen Jesús, me has de acompañar" y así si Dios Madre y Padre dispone, volveremos a la luz del nuevo día para ayudarle con nuestro trabajo a construir esta casa para vivir felices como hermanos y si así lo dispone, nos enterraran con la cara hacia el oriente y esperaremos la Luz que no se acaba y habremos llegado al descanso eterno, después de haber pasado como el santo sol dando luz y calor, dando vida."